El trastorno  límite de la personalidad

No todas las personas que sufren un trastorno límite de la personalidad o TLP presentan exactamente las mismas características, dos personas con este mismo diagnóstico pueden mostrar síntomas muy diferentes. Esto es debido a que el TLP es un trastorno complejo en cuyo desarrollo influyen diferentes aspectos de tipo traumático, biológico y de apego.

A muchas personas con TLP les resulta muy difícil y/o muy desagradable estar solos, incluso por períodos muy limitados de tiempo. Otras refieren sentirse solas incluso cuando están rodeadas de gente. Este hecho favorece que sean personas extremadamente sensibles al abandono y que en ocasiones se sientan muy dependientes de los demás. El temor a ser rechazados, abandonados o ignorados les sitúa en un estado de “alerta constante”, en el que resulta fácil detectar cualquier “señal” que pueda ser interpretada como rechazo o posible abandono, lo que facilita la aparición de reacciones emocionales muy intensas.

Las personas con este diagnóstico pueden idealizar a quienes se ocupan de ellos, o a personas con las que se sienten apreciados, escuchados o valorados. Pero este sentimiento suele cambiar de forma muy rápida pasando a la devaluación de esas mismas personas, pensando que no le prestan suficiente atención, que no “están ahí” lo suficiente o que no les quieren y les rechazan. El “estado de alerta constante” facilita que pequeños detalles puedan desencadenar un sentimiento de traición que genera un profundo dolor. Esta manera de actuar, con comportamientos tan extremos, suele causar gran desconcierto en las personas con las que se relacionan y tiene que ver con el mantenimiento de relaciones muy intensas y conflictivas.

trastorno límite

Las personas con trastorno límite de la personalidad a menudo tienen dificultades para describirse, saber cómo son, lo que les gusta o lo que quieren hacer. A estas dificultades se conocen como alteraciones de la identidad.

Se entiende por identidad tanto el  “conjunto de rasgos propios de un individuo que le caracterizan frente a los demás”, como la “conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás”.

La idea de que las personas con este trastorno son “poco constantes” con  las cosas que se proponen hacer tiene que ver con esta alteración de la identidad y con la tendencia a hacer lo que se espera de ellos (que a su vez está asociada a la dependencia de los demás). Estos factores facilitan que se involucren en actividades y proyectos que no les interesan realmente o que incluso pueden no ser de su agrado, haciendo más probable que los abandonen rápidamente.

Al no tener una identidad definida suelen “buscar pistas” en los demás, lo que está relacionado con el fenómeno de “mimetización”, observado frecuentemente en los ingresos hospitalarios.  En ellos la persona con TLP toma como referencia al grupo de pacientes con los que se encuentra ingresado y empieza a manifestar la misma sintomatología que ellos, llegando a creerla propia.

El trastorno límite de la personalidad se asocia con frecuencia a la presencia de comportamientos impulsivos, relacionados por ejemplo con gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria o atracones de comida.

La impulsividad tiene que ver con la tendencia a actuar sin planificación previa y sin valorar las posibles consecuencias del comportamiento. Las personas sin TLP también pueden manifestar rasgos de impulsividad, sin embargo, en las que tienen TLP el comportamiento impulsivo suele tener una función reguladora, dirigida a frenar y tolerar mejor el malestar emocional.

Dos de los motivos más frecuentes por los que las personas con TLP acuden a tratamiento o son hospitalizados son los comportamientos de automutilación o autolesiones (cortarse, quemarse…) y los intentos de suicidio repetidos. Puede resultar complicado entender que estos comportamientos autodestructivos no son simples “llamadas de atención” o “intentos de manipular” al entorno. En realidad responden, en la mayor parte de los casos, a la necesidad que tiene la persona de regular sus emociones y calmarse ante estados emocionales intensos.

Las personas con trastorno límite de la personalidad presentan con frecuencia una inestabilidad afectiva que puede manifestarse mediante cambios bruscos en el estado de ánimo. Su estado de ánimo básico suele ser de tipo disfórico, es decir, muestran una tendencia a sentirse tristes o desmotivados. Esta tendencia puede alternarse con periodos de ira, angustia o desesperación, expresando cambios de humor intensos que resultan desconcertantes para los demás y para ellas mismas. Aunque también pueden experimentar momentos de alegría, rara vez llega a tomar el relevo un estado de bienestar o satisfacción estable.

Muchas personas con este diagnóstico se aburren con facilidad y están buscando siempre algo que hacer. Esta sensación tan intensa de vacío les lleva en ocasiones a realizar actividades o comportamientos de riesgo o incluso dañinos, ya que las emociones más intensas pueden hacerles sentir “más vivos” y “más completos”, al menos temporalmente.

Es frecuente que las personas con trastorno límite de la personalidad tengan problemas para controlar el enfado o la ira o que lo expresen de forma inapropiada (fuera de lugar) y excesivamente intensa. En una situación de enfado se centran en la defensa de lo que ellos perciben como una agresión. Algunas veces tienen respuestas impredecibles, como cambios bruscos de humor o explosiones emocionales repentinas, que suelen ir seguidas de pena, remordimientos y sentimientos de culpabilidad. En ocasiones, detrás de estas reacciones “incomprensibles” se encuentra un temor al abandono o una búsqueda de aceptación o interés por parte de los demás.

Cuando las personas con TLP se encuentran en situaciones de estrés elevado pueden llegar a pensar que los demás quieren hacerles daño y volverse extremadamente desconfiadas. Esta suspicacia se relaciona entre otras cosas con la extrema sensibilidad que les caracteriza y que se ve incrementada cuando están más activadas a nivel emocional. En situaciones de este tipo también pueden disociarse.

La disociación indica falta de conexión entre elementos que habitualmente están asociados entre sí. Se puede definir como la pérdida de contacto con la realidad cuando una persona está consciente. Está relacionada con el “embotamiento emocional”, por ejemplo cuando alguien piensa que un suceso debería haberle afectado mucho y sin embargo no es capaz de sentir nada respecto al mismo. La disociación no tiene porque ser un fenómeno psicótico.

Existen formas leves de disociación, que todos podemos experimentar en un momento dado, como “desconectar” cuando vamos conduciendo y no recordar parte del viaje. También existen otras formas más complejas relacionadas con un mecanismo de defensa. En muchas ocasiones la disociación funciona como una forma de defenderse ante una experiencia traumática.

Los síntomas disociativos tienen que ver con:

  • Amnesia.
  • Despersonalización y desrealización.
  • Confusión o alteración de la identidad.

Los síntomas disociativos graves suelen estar relacionados con experiencias tempranas y es frecuente encontrarlos cuando estas personas han sufrido abusos en la infancia. Pueden tener relación con la alteración de la identidad, la impulsividad, la reactividad del estado de ánimo y los comportamientos autodestructivos.

Tratamiento del TLP

Para llevar a cabo un tratamiento efectivo del trastorno límite es importante realizar un diagnóstico personalizado, ya que la sintomatología que puede presentar una persona con este trastorno es muy variada y a que en el origen del mismo pueden influir elementos muy diferentes.

Debido a esta variedad en la sintomatología del TLP, es habitual que quienes lo padecen hayan sido etiquetados previamente con otros diagnósticos. Es frecuente que reciban diagnósticos como depresión, anorexia, bulimia, adicciones o trastornos psicóticos, porque probablemente en ese momento era esa la sintomatología predominante. Pero si no se tiene en cuenta la complejidad total del trastorno, será muy difícil conseguir tratarlo adecuadamente para obtener una mejoría duradera.

El tratamiento del trastorno límite de personalidad requiere un abordaje complejo. En la intervención terapéutica combinamos elementos de distintas terapias para adaptarnos adecuadamente a las características individuales y únicas de cada persona. Como procedimiento básico utilizamos de forma conjunta el programa psicoeducativo y de tratamiento para el trastorno límite de la personalidad elaborado por Dolores Mosquera y el enfoque EMDR. Además se incorporan diferentes estrategias e intervenciones, procedentes de otras terapias diseñadas específicamente para el tratamiento del TLP, como la terapia dialéctica-conductual de Linehan, en función de las necesidades particulares de cada persona.

Realizamos un trabajo psicoeducativo para mejorar la comprensión del trastorno. Este punto es importante para lograr un mayor entendimiento de los propios pensamientos, sentimientos y comportamientos, que suponen una interferencia en la vida de las personas que sufren TLP.

Llevamos a cabo intervenciones para trabajar el comportamiento autodestructivo (autolesiones, intentos de suicidio) y la sintomatología disociativa, mejorar el manejo emocional y adquirir recursos de afrontamiento más adecuados.

Tratamos en profundidad aspectos específicos del TLP como los mecanismos de defensa, la impulsividad, los motivos para llevar a cabo conductas destructivas, la vulnerabilidad emocional, la falta de límites, la alteración de la identidad o las dificultades en las relaciones personales.

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